El tratamiento con Toxina Botulínica es el más popular dentro de la medicina estética, nos permite disminuir de forma temporal las líneas de expresión (arrugas dinámicas o de expresión) que se forman en el tercio superior del rostro.
La toxina botulínica también es ideal para el manejo clínico de la sudoración excesiva (hiperhidrosis) de axilas y manos, y como tratamiento para el bruxismo, ayudando a los pacientes a disminuir los dolores musculares, el estrés y la ansiedad causados por el apretamiento dental.
Conoce las preguntas más frecuentes sobre este procedimiento y mantente informada para sentirte segura y confiada antes de tu valoración.
Los efectos suelen durar entre 4 y 6 meses, dependiendo de factores individuales como la actividad muscular facial y el metabolismo. Puedes encontrar más de cuándo alcanza su punto máximo el efecto de la toxina botulínica aquí.
No hay una edad específica para iniciar con la toxina botulínica; a pesar de que es un procedimiento muy extendido en pacientes que ya manifiestan visiblemente líneas de expresión y/o arrugas dinámicas, también es recomendable en pacientes jóvenes como prevención.
Uno de los mitos más extendidos es que este procedimiento es doloroso. La realidad es que la aplicación implica molestias mínimas, ya que se utilizan agujas muy finas; además, se puede aplicar anestesia tópica para mayor comodidad
Sí, es posible combinarla con otros procedimientos, como rellenos dérmicos, para mejorar los resultados. Sin embargo, es esencial consultar con un profesional cualificado para determinar la mejor combinación según tus necesidades específicas.
La toxina botulínica se utiliza en diversas áreas del rostro, como la frente, el entrecejo y las patas de gallo, para suavizar arrugas y líneas de expresión. Además, tiene aplicaciones clínicas no estéticas, incluyendo el tratamiento del bruxismo (rechinar de dientes), la hiperhidrosis (sudoración excesiva) y migrañas crónicas.